Una historia de supervivencia entre dos ciudades
Esta semana he terminado Pasiones romanas, no es el segundo libro de la lista de Premios Planeta que me hice, pero si es el segundo que voy a comentar. Ya decidí en los inicios de mi blog que solo iba a escribir sobre los libros que mereciera la pena recomendar en algún aspecto.
Lo primero que debo decir de esta novela es que no es un libro, ni para todos los gustos, ni para todos los momentos. A mí personalmente me ha gustado mucho, al principio me costó engancharme, luego ya no he podido parar, quizás porque tenía tiempo y lo he podido disfrutar despacio. No es un libro de acción, ni siquiera de amor, es un libro de cambios y supervivencia, de realidades, de cobardía y valentía según cada personaje y momento. Esto para mi es lo le ha dado más encanto.
La novela es una historia hechas de historias, de relatos que se entremezclan. Tiene una protagonista, Dana, que va uniendo a lo largo de su relato las historias de los personajes secundarios. Aun así, en cada capítulo, estos personajes son los protagonistas, ya que cada uno de ellos nos van contando su historia y al final no sabes de quien tienes más ganas de saber más.
Cada uno de los diferentes personajes están muy bien construidos, si tuviera que elegir a alguno tendría muchas dudas. Matilde es de esas personas que te gustaría tener en tu vida, siempre es capaz de sobreponerse y de querer a sus amigos. De Marcos y Mónica me quedo con su pasión por los libros, y quizás también de la manera de Mónica de ver la vida y de su gusto por saber disfrutar y sacar partido de las cosas pequeñas. Del resto, podría elegir la constancia, la forma de vivir el amor… hay muchos personajes y por eso, muchas formas de ver este camino que es la vida, solo depende de si la vida es solo un camino, o si las metas que te vas poniendo y como llegas, o no, a cada una de ellas son las que construyen la vida.
Hay partes del libro que me han encantado, por ejemplo, con la excusa de un viaje de Dana he vuelto a leer la biografía de Camille Claudel y a disfrutar de sus maravillosas obras, no tan conocidas como las de su maestro Rodin, quizás por el simple hecho de ser mujer, como tantas veces ha pasado a lo largo de la historia del arte. Los paseos por Roma, las plazas, las fuentes… las ganas de vivir la ciudad eterna a través de sus barrios y no solo de sus monumentos.
La prosa de María de la Pau Janer es descriptiva, no lenta, pero si para leerla despacio, para disfrutar de las frases llenas de metáforas y comparaciones que te hacen entender las situaciones. ¿Recomiendo el libro? Claramente sí, pero para tardes tranquilas, para leerlo lentamente y para disfrutar de la forma en que está escrito.
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